18.6.07

"juf", toz y anhilina

Ayer jugué poker por tecera vez esta semana. La vaina se convirtió en algo bastante desalentador: doce personas haciendo barr para que yo perdiera. Y bueno, ese es el ejemplo de un mito, una acción que se repite y condiciona la forma de actuar del resto. Que estupidez, creo que ya me toca parar de jugar de nuevo... es el juego y no ganar, por ende, es el funcionamiento de la mesa y no la hinchada.

Aparte, esta semana siñé muhco con Laura Restrepo -no la escritora- y no se, por alguna razón la volví a pensar, como si fuera un fantasma, que consumido en su propio pasado, regresara para recordarme ciertas conductas que no debo modificar: como si su presencia me castigara en la posibilidad de pensar algo que traicione mi propia moral. Un analista se daría garra de la contentura por mis últimos sueños, que por auto censura aquí no se escriben.

Pero no todo es así... el grupo de investigación anda, aunque siento que se pierde mucho el tiempo, que es "cool" pasársela de reunión en reunión para que cada llamada que conteste sea concatenada con mi realidad a aprtir del "estoy en una reunión"... es un cliché del esnobismo ¿no? claro, le pasa más a unos que a otros del grupo. Si pensara más en ese grupo pensaría en Nacho y Paula.

Yo los pienso a ellos mucho y se que no es recíproco. En algún momento me di cuenta que los tres de nosotros nos veíamos obligados a pasar timpo juntos y que esa amistad que teníamos se desdibujó en las actividades del grupo: Nacho nunca deja que se le pregunte por su vida... yo creo que anda desilusionado, pero no se lo podría preguntar. También me extraña que él recurriera a un otro miembro del grupo y es ahí cuando me pregunto si todo esto es un juego de conveniencias o necesidades... o amistades por qué no?

Y Paul. ¿Qué queda por decir de ella? Siempre le digo a Manuela (mi novia) y mis amigas y amigos, lo hermosa que es ella. Nunca comprendí que pasó con su forma de ser, con la Paul que yo adoro, que fue desapareciéndo -esfumándose- tras cada bocanada compartida. A mi no me gusta Paul, a mi me gusta la idea que tengo de ella, con su forma de pensar -a la que creo que he accedido un poco- a su falta de tacto cuando se enfurece, a su sexualidad tan oculta y su sensualidad tan despierta. En resumidas cuentas, a ellos los adoro, pero creo que lo hago, justo por las razones equivocadas.