29.10.08

Entrada 69. Por algo será.

En el amor y en la pena, es costumbre reciclar el lenguaje. Repetir “te amo” y una cierta cantidad de apodos, de palabras dulces. Pero no solo el lenguaje hablado, también el táctil y el oral, entre otros: tocar con un mismo comienzo y llegar a un mismo fin, lamer o besar dentro de las posibilidades del amante de turno. Todo es un sin fin de repeticiones, pues todo acto, es en sí mismo una repetición, una falta de deseo de originalidad, incluso si nuestra memoria nos permite olvidar y crear el efecto novedad sobre el acto realizado.

Todo esto puede ser mentira. La verdad, no importa.

Hay algo que sin embargo no había sentido antes… o al menos, no había vivido de esta forma: la ausencia física y espacial de la persona amada. Hace poco vino una semana. Sólo habían pasado dos meses desde su partida. Su nuevo partir me ha dejado buscándola y es eso, lo que es nuevo en mi vida, ahora.

La busco en mi cama que es grande. Una cama donde cabrían tres personas y ahora, la ocupo yo y un oso de peluche de ella. La busco en la mirada de ese oso que reprocha mis movimientos ansiosos a mitad de la noche. También en la ducha inmensa, con poca presión y un chorro medianamente tímido, donde nuestros cuerpos altos lucharon por calentarse. La busco en cada desayuno que pienso en servirme, pero que sin ella, carece de sentido; en los almuerzos que me llevan a conversaciones agradables, donde ella sería una excelente interlocutora; en cada cena –que es mi momento de calma del día- y que ella irrumpió y me enseñó a compartir.

También ando detrás de sus huellas en cada contacto físico que alguien provee: cuando una amiga me abraza me falta su cuerpo, par del mío; en cada roce seductor de alguna niña desconocida, extraño sus leves caricias, que haciéndose a más, terminan en esa fuerza que nos atraviesa; en cada uno de los besos que amigos o amigas comparten con mis cachetes, que me obligan a pensar que pronto pasarían a ser sus labios encontrándose con los míos. Pero además, cada vez que me estrello con algo, que me tropiezo, que caigo, que camino, que toco la materialidad mundana, porque todo mi cuerpo debería estar en contacto con el suyo… caminar sobre ella, tropezarme, caer, estrellar, como si cada milímetro de mí ser estuviese condenado a conseguirla.

Indago entre la ropa que dejó, en las medias que aun una semana después, esperan en el hueco de la cama, llenas de polvo, que las recoja y las use, como sólo ella sabe usar un par de medias. Se indaga también en las botellas de agua vacías, que sirvieron para saciar la enorme sed de una semana, sus pos-coitos y sus guayabos; en la cantidad de productos femeninos que reposan en el estante del baño, en frascos y cajas que desprenden olores que detonan mi nostalgia… ese sentimiento aparece en cada bocanada de humo que respiro al aire y no sobre su cuerpo.

La extraño por esa sonrisa que amo y esa carcajada que produzco. En la compañía que sólo ella me ha proveído y por toda esa adoctrinación que conmigo ha llevado a cabo, por ambas, la extraño. La pienso en cada masturbación sin sentido, en cada coqueteo sin objeto, en cada necesidad que los días sustraen de mí… por los celos sin fundamentos, por las riñas inaguantables, por la pasión, el cariño y mi vida.

Todo esto puede ser verdad. No importa.

En el chat le dije, que hoy bebía, no para olvidarme de ella. Mejor, para olvidarme de mi (así suene a canción de Vives, paila). Ella dijo, que si no entendía, que hacerlo era olvidarme de ella. Por eso, la amo.

11.10.08

Cambios

Hay celebraciones a las que uno tiene que ir. Pase lo que pase, se debe parchar a como de lugar. Ya cercanos a la media noche nos encontramos. Los cuatro muchachos en su momento colegiales, se reencontraban después de mucho tiempo. Ellos se mantenían iguales. Yo, ahor de camisa y un poco más decente en la vestimenta fue víctima del comentario de mi mejor amiga: "cada vez pareces menos como ellos". Quedé frío y me disgusté brevemente. Yo dije, que no, que seguimos iguales... pero el tiempo si se pasa y a unos nos toca reinventarnos, en actitud y ropa y demás, porque el trabajo lo pide o porque ya no se puede andar mugroso por ahí. Ella recupero su comentarió y siguió: "pero es algo bueno". Sin importar mucho, la cosa es que muy dentro de mi, envidio un poco la vida de mis amigos, despreocupados, sin necesidades -obvias- y generalmente farreando hasta la muerte. Yo ya no puedo y bueno, se asume y sólo se siente un poco de nostalgia de vez en cuando.

no se cuántas veces he dicho esto ya. Pero toca repetírselo y sentir lo expresado atrás. Ah bueno, los chistes de la semana son:
1. La joven que me dice que el tiempo le pesa.
2. Javier y el Rita-affair.