21.12.06

¿Recordar para qué?

De vez en cuando se encuentra uno frente a las páginas del periódico, perdido, como tratando de establecer un orden cósmico que rige la opinión de los hombres frente a los acontecimientos de la humanidad. Eso me ocurrió por última vez el martes 19 de diciembre de 2006. Fue entre las sección de opinión que oscilaba entre el 1-20 y el 1-21: Junto a una caricatura poco graciosa, escribía Eduardo Escobar (y juro que no se quien es, lo juro) sobre Pinochet. En una columna con demasiadas imágenes -e intentos de las mismas- el señor Escobar juega a no poder quitarse de encima la arraigada tradición católico-cristiana de nuestra cultura... y se siente mal, porque la vejez lo intimida, lo obliga a sentir compasión:

"Lo que más suscita mi clemencia es la certeza de que fue el sirviente de otros".

Claro, es que a Kissinger le dieron Nobel de la Paz, en cambio este hp murió enjuiciado... que injusto el mundo, "Cómo fuimos de brutos para vivir" entre el asco y la traición -se remuerde Escobar-, pero más aún, que injusto poder sentirse mal consigo mismo, con la vejez, con la muerte: hoy día me enfurece y me golpea esa tendencia ten en boga en Colombia, que dicta que todo aquel implicado con el dolor, lo está también con una serie de personajes oscuros y temibles -conocidos o no, pero que existen- de razones puras o impías, que lo hacen obrar así, que justifican sus actos aunque se comience la frase con un hermoso "la idea no es justificarlo pero...".

Mis ojos continúan su camino desvariado en estas dos grandes páginas, a la derecha se lee la palabra legitimidad y mas abajo un esperando(nos) que acompaña a la palabra Colombia. A la izquierda se habla de "paras" y de "iglesia católica" (me hace feliz atrapar ambos términos entre comillas) y en el foro del lector la última entrada dice y la transcribo como está:

La Memoria no se Borra
Señor Director:
Celebro su editorial 'Negando el holo-
causto' (16-12-05) sobre los cínicos propósi-
tos de desconocer el holocausto judío a ma-
nos de los nazis. La memoria del imperdo-
nable suceso debe perdurar y dejar sin fun-
damento el revisionismo malintencionado,
para que nunca más se repita una vergüen-
za semejante para la Humanidad. ¡Nunca
más!
Jaime Hoyos, M.D.
Armenia (Quindio)

Primero, memoria es un término de academia para afuera, porque adentro se sabe lo difícil e inútil de su conceptualización. Segundo, el tema de los revisionistas ha perdidio seriedad desde que se convirtió esa palabra en signo de algo malo/dañino/nocivo/a-sincero: como ejemplo le sugiero al lector ir a el artículo en línea llamado "Negación del Holocausto, negación nuclear" de Clifford Chanin en donde se expone (brevemente) esa idea de el Holocausto que no ocurrió. Ahora el lector deberá ir a los comentarios y fijarse en cómo la mayoría de comentaristas se focaliza en la noción de Dios -si existe o no, que el mío es mejor, que la mentira, etc.- la noción cuantitativa de la guerra y no se detienen a pensar en cómo ese demonio revisionista propone desaparecer la huella de la máquina nazi pensando en las relaciones presentes y futuras.

Lo anterior no tiene salida fácil ni salida del todo, lo interesante es (y retomo todo la anterior) que somo misericordiosos con algunos y no con todos, odiamos negar el pasado pero tampoco le hemos encontrado provecho a la historia y último, seguimos escudando todo el accionar humano bajo los límites de lo que creemos es, la memoria... ella como algo merecido y desable, necesario e indispensable y sin lugar a dudas, algo inaprehensible.