22.9.08

Alguien tiene que decirlo, con envidia

Primero ella.

La conocí de joven. Su cuerpo más delgado. Exhalaba clase, lo que muchos podían interpretar como prepotencia. Escribía con gracia y uno de esos escritos me tocó a mí, cuando aún era muy pequeño como para comprenderlo, o peor, asumirlo. Tenía detalles que nunca nadie pudo tener conmigo… incluso, tantos años después. La historia cuenta que ella me hizo algo, que ella dice que yo le hice. Muchos años después de dejar de verla, volvió. Y lo hizo con historias terribles, mediadas por ese incomprensible ánimo que creo que pocos saben en verdad, que la caracteriza.

De Mel conservo una amistad distante. Una que se llena de felicidad por cada extraña llamado, por cada inconstante encuentro y por esa necesidad de que sea parte de mi vida. En los últimos tiempos la he visto intranquila, a la expectativa, llena de esperanzas que no entiendo y que me gustaría compartir.

Segundo él.

A ese joven lo conocí mucho después de ella. En un tiempo donde mi vida dio varios giros que no me importaban en el momento y que definieron mi forma de ser, ahora. Lo fui conociendo de a poco. No siempre lo quise. Caminaba robusto por los pasillos del colegio y siempre invadía al resto con su ancha risa y sonora sonrisa. El también viajó, aunque creo que por razones diferentes a las de ella. Sacó provecho y hoy, es capaz de que cualquier engendro se vea bien a través del lente mágico de una cámara costosa y unas luces aparatosas. También regresó, con buenas historias y con ese silencio que no permite abrir el acorazado y que impide reconocer con certeza, esa felicidad que él y ella logran entender.

De Anthony conservo una amistad cercana, sólo cuando habita nuestra capital. La distancia nos evita, el lenguaje que hablamos no se puede traducir a palabras en un computador. Es parte de mi vida y lo sabe, igual que las otras dos ladillas que tenemos de amigos en común.

Ahora.

El tiempo nos muestra sus dientes. Él y ella se conocieron y se enamoraron. He hablado mucho de ellos y creo que la monotemática conversación se rige por una norma que es desconocida para mí. Se que son dos de mis personas favoritas (diría Manuela como cuando habla de Paloma) y me encanta verlos, en un par de fotos tomadas en el cumpleaños de ella, demostrando que hay cosas, por indefinidas que sean, que recordaremos, involucrados o como terceros, con una sonrisa inmensa… como si quisiéramos que sus historias de amor nos ocurrieran a nosotros. Aunque no me quejo, mi historia de amor me encanta y espero que algún día alguien la vea con la envidia con que yo veo la de estos dos personajes.